lunes, 19 de febrero de 2018

Nos escapamos a Roma para devorar Trastevere (1): la ciudad y el aperitivo

El narrador y poeta danés Hans Christian Andersen dijo en cierta ocasión que "Roma es como un libro de fábulas, en cada página te encuentras con un prodigio"... y no son pocas las páginas de dicho libro, podemos afirmar nosotros, que hemos podido pasear por algunas de ellas en nuestra escapada a la capital italiana del pasado fin de semana, adonde nos han llevado motivos profesionales.

No podemos ser muy originales porque se han dicho y escrito tantas cosas de Roma que cualquier idea que se nos pasa por la cabeza corre el riesgo de sonar a tópico, por lo que os contaremos, simplemente, nuestra experiencia con la esperanza de que pueda servir de inspiración a quien se acerque próximamente a la capital del Lazio.

Roma, Ciudad Eterna, ¡qué bien define lo que es y ha sido este lugar! La Piazza Venezia con el imponente monumento dedicado a Vittorio Emmanuele II; Campo dei Fiori presidida por la estatua a Giordano Bruno --el dominico quemado por hereje en este mismo lugar en 1600--; los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina te dejan sin aliento; la Piazza Navona, en el espacio que antaño ocupara el Stadium de Domiciano, de quien queda el obelisco como en el centro de la Fontana dei Quatro Fiumi --la Fuente de los Cuatro Ríos-- donde Bernini ejecutó  cuatro espectaculares figuras que representan el Nilo, el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata, los cuatro ríos más grandes conocidos en la época en África, Asia, Europa y América, respectivamente; el Foro Trajano que, desde la impresionante Columna --donde en sus 30 metros de altura, un friso de 200 metros gira hasta 23 veces narrando con sus relieves la campaña contra los dacios-- te lleva hasta el Coliseo. Y por ahí nos dejamos la Fontana di Trevi, el Castel sant'Angelo o el Panteón de Agripa. Alrededor, las míticas Siete colinas... y en el centro, el río Tíber y sus puentes...

[Monumento a Vittorio Emanuele II en Piazza Venezia]
[Homenaje a Giordano Bruno,
quemado por hereje en 1600 en Campo dei Fiori]
[Capella Sistina, Vaticano]
[Piazza Navona]
[Foro Trajano]
[Colosseo]

Es precisamente uno de esos puentes de los que hablábamos más arriba, el Ponte Sisto --desde el que se aprecia la majestuosa cúpula de la Basílica de San Pedro-- el que tomamos para cruzar el río y alcanzar el barrio del Trastevere, que nos espera con sus sampietrini, sus callejuelas, sus edificios de colores, sus puertas pintadas, sus grafitis, sus cuestas, sus rincones escondidos, sus balcones, sus escalinatas, sus fuentes... y, por supuesto, sus bares, restaurantes, trattorias, pizzerias, heladerías, osterías, hornos, pastelerías... para el deleite del paladar y del olfato, que impregna todo el barrio a las horas clave. Una zona a la que el turismo no le ha quitado la esencia italiana.

[El Ponte Sisto termina en la Piazza Trilussa]
[Piazza di Santa Maria in Trastevere]
[Trastevere, puerta]
[Trastevere, arte urbano]
[Trastevere, detalles]

Tuvimos la enorme fortuna de encontrarnos con la escultura del canadiense Timothy P. Schmalz titulada Jesus Homeless, que representa a un sin techo acostado en un banco y tapado con una manta, de quien se aprecia los pies con la señal de los clavos. Realmente impactante, mucho más cuando te la encuentras sin esperarlo. Una gran suerte, sin duda.

[Homeless Jesus, escultura de Tomothy Schmalz]


Y en el Trastevere plantamos nuestra sede central gastronómica de esta escapada de apenas 36 horas, guiados por mis dos amigas romanas Beatrice y Sara, que ejercieron de cicerone --nunca una expresión fue más apropiada-- de modo brillante y entregado, haciendo de estos días algo inolvidable.

[Con Sara en Meccasnismo]
[Con Beatrice en el Ponte di Sisto]


El aperitivo en Meccanismo
Comenzamos en Meccanismo, en el número 34 de la Piazza Trilussa, un lugar moderno con esencia clásica. De ambiente joven y cosmopolita y con una decoración urbana e industrial, mantiene y actualiza la costumbre del aperitivo.

 

La opción más popular pasa por pedir unas bebidas, ya sea una cerveza local como la Angelo Poretti, o uno de sus cócteles, que se acompaña de una tabla de aperitivos de la casa. Probamos algunos cócteles clásicos que estaban deliciosos: Negroni (ginebra, Campari y vermú), Aperol Spritz (Aperol, soda y prosecco) y Whisky Sour (bourbon, zumo de limón, azúcar y clara de huevo). 

[Cerveza Anglo Poretti]
[Negroni]
[Whisky Sour]
[Aperol Spritz]

Cada una de las tablas de aperitivos estaba compuesta de doce elaboraciones que recogen a la perfección productos y platos italianos: mortadela, bruschetta, patata, lasagna, polpetta, fritos (calabacín, queso...), mini sándwiches de rúcula y mozarella, focaccia... ¡puro espectáculo!

[Tabla de aperitivos para dos personas]
[Tabla de aperitivos para tres personas]
[Detalles del aperitivo]

Debo decir que todas estas fotos (y las que veréis en el segundo post sobre nuestra gastroescapada a Roma) han sido utilizadas para torturar en la distancia a mis queridas Chiara y Maria, italianas sufridoras en España de mi deleite gastronómico en su tierra. Sirvan estas líneas de disculpa :)

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