lunes, 30 de noviembre de 2015

En El Celler de Can Roca... por fin (1)

Once meses y doce días después de conseguir la reserva llegó el día de disfrutar de una cena de cuatro horas y media en El Celler de Can Roca, considerado el mejor restaurante del mundo en la "lista asesina", como la denominó Ferrán Adrià, de San Pellegrino, con tres estrellas Michelin, de los hermanos Joan (chef con tres soles Repsol), Jordi (el mejor repostero del mundo en 2014) y Josep Roca (jefe de sala y uno de los mejores sumillers del mundo). Como carta de presentación no está mal. La cosa promete, ¿verdad?

[Restaurante El Celler de Can Roca. Can Sunyer, 48]

La espera
El día uno de cada mes a las doce en punto de la noche se abren las reservas para once meses más tarde. Así pues, desde las 23:43 horas de la noche del 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2014, estaba delante de mi ordenador, en la web del restaurante, listo para la acción. Aún así, no pude conseguir reserva para viernes ni para sábado, pero conseguí reserva para el jueves 12. Once meses y doce días más tarde, llegó el día. Volamos a Barcelona. Desde allí a Girona, en tren. Check in en el hotel y paseo por el centro de Girona: la catedral, el barrio judío, las casas de colores sobre el río Oñar y, por supuesto, un panet en Rocambolesc, la heladería de Jordi Roca. Regreso al hotel para prepararnos y taxi dirección al número 48 de Can Sunyer.

[Los/Las roca]

Los previos
Doce minutos después estábamos entrando en los jardines de El Celler de Can Roca. Sí, estábamos allí. La sala, acristalada, rodea el jardín y en todo momento tienes la sensación de estar en contacto con la naturaleza. La mesa está vestida con un mantel blanco y decorada con tres rocas. El sentido es evidente, ¿no? La carta de vinos es verdaderamente alucinante: te acercan una especia de atril de madera con tres baldas donde hay tres cartas: blancos, cavas y champañas, tintos y rosados y licores y aguardientes. Entre las dos alternativas optamos por el Menú Festival, es decir, el menú largo.

[Carta(s) de vinos]

Comerse el mundo
Los aperitivos fueron un auténtico espectáculo de sabores y presentaciones sorprendentes. El primer contacto con la cocina de Joan Roca fueron cinco mini aperitivos, que llegaban dentro de un globo de papel (como uno de los farolillos que cuelgan en las ferias) diseñados con el fin de Comerse el mundo: nos aconsejaron empezar por un pan frito con panco y panceta con salsa de soja, kimchi y aceite de sésamo de Corea, al ser el de sabor más fuerte, y que acabáramos con un bocado de almendra, rosa, miel azafrán, ras de hanout y yogur de cabra de Marruecos, el más dulce. Libertad para los otros tres: un burrito de mole poblano y guacamole de México; una tartaleta de hoja de parra con puré de lentejas, berenjena y especias con shots de yogur de cabra y pepino de Turquía; verduras encurtidas con crema de ciruelas de China.

A continuación, un crujiente de maíz con corteza de cochinillo ibérico.

[Comerse el mundo]
[Crujiente de maíz con corteza de cochinillo ibérico]

Memoria de un bar a las afueras de Girona

El segundo gran momento fue el recuerdo de los hermanos Roca a sus padres y al bar que estos tenían y donde ellos empezaron a coquetear con la cocina. "Tras el viaje alrededor del mundo, hagamos un viaje en el tiempo hasta llegar a un bar de las afueras de Girona... allí, Josep ya estaba en el bar, Joan en la cocina y Jordi, que aún era pequeño y no sabía qué hacer, estaba en las nubes". Más o menos estas fueron las palabras con las que nos presentaron ese bar que montaron en la mesa a modo de libro para niños que aparecen al abrir las páginas. En dicho escenario aparecieron "los platos que servían en el restaurante familiar pero elaboradas con las técnicas actuales": tortilla de patatas y cebolla, espina de anchoa en tempura de arroz de Pals, calamares a la romana (en la mini barra), bombón de pichón a modo de bocata (en la mesita del centro) y Campari (en la mesita de la izquierda). Fabuloso.


[Memoria de un bar a las afueras de Girona]

Olivo, coral y tierra
Seguimos con los aperitivos sin bajar el nivel de sabor ni la capacidad de sorprender (que no es fácil, como estaréis comprobando). Helado de oliva verde, que colgaban de las ramas de un espectacular olivo. Nos advierten de la delicadeza con la que hay que "varear nuestro olivo" para degustar sus frutos.


[Helado de oliva verde]
A continuación, un coral con dos bocados deliciosos: un ceviche de dorada y una ostra yin-yang. ¿Por qué yin-yang? Por las dos salsas de ajo y ajo negro.

[El coral]
[Ceviche de dorada y ostra yin-yang]

Y terminamos con sabor a tierra: bombón de trufa y brioche de setas.

[Bombón de trufa]
[Brioche de setas]

Para no hacer este post demasiado largo (y para dejaros saborear los aperitivos) hacemos una pausa en la cena y seguiremos muy pronto con los once (sí, ¡once!) principales y los tres postres. No os vayáis muy lejos.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Gastroideas para Navidad (2)

En la entrada anterior compartí algunas de las ideas que estoy barajando para incluir en la cena de Nochebuena de este año como aperitivos o entrantes. En esta ocasión traigo el plato principal y algunos postres.

Principal
Habitualmente en casa preparamos calamares rellenos (uno de los clásicos familiares por excelencia y que mi madre prepara con mano sabia: en el relleno destacan las patas del calamar, el huevo cocido y el jamón y la salsa de almendras le da el toque de gracia) y una carne. Para este año creo la elección va a ser esta receta de solomillo relleno hojaldrado con salsa de fresas.


Me ha convencido porque me gusta el contraste entre el relleno (queso azul y nueces), el bacon con el que se albarda el solomillo para marcarlo y el hojaldre. Si a ello añadimos la salsa de fresones, chalotas y vino rosado, me parece que el resultado puede merecer mucho la pena.

Postres
Aunque en Navidad abunda el dulce (mantecados, turrones, polvorones, peladillas, frutas escarchadas...), en casa nos gusta terminar con un postre. Los últimos años hemos optado por la panna cotta (postre tradicional italiano) y por las natillas de pistacho, cuya receta se halla en La cocina de la familia, de Ferrán Adrià. Podéis ver la receta en este enlace.


Para los chocolateros, esta receta del blog Delikatissen de una tarta de chocolate, higos y pistachos. Tiene muy buena pinta y es sencillo de hacer.


Fin de fiesta
Soy un apasionado del queso y, habitualmente, solemos rematar la cena con una tabla de quesos. He leído muchos sobre "cómo preparar la tabla de quesos perfecta": los consejos de El Comidista, las sugerencias de Cultura del queso, las ideas del blog de La Masía... para, por fin, dar respuesta a qué cantidad de quesos, qué tipos, qué acompañamiento, etc. En casa elegimos entre seis y ocho variedades y los acompañamos de uvas (a veces frutos rojos) y nueces y la forma de presentarlos ha ido evolucionando con los años... un año hice una tabla enciclopédica de quesos europeos, en la que acompañé cada queso con una etiqueta informativa sobre el tipo de queso, la procedencia, el proceso de elaboración, etc.



A veces los he presentado troceados aunque últimamente estoy optando por hacer una buena selección de panes para acompañar cada queso y no trocearlos, a fin de que cada comensal escoja el que quiera, en la proporción que quiera.



Hace unos días vi en Directo al paladar esta idea de gominolas naturales de mango, que puede ser una buena forma de terminar la cena y acompañar los cafés, las infusiones o algún que otro licor digestivo.


jueves, 26 de noviembre de 2015

La #GuiaMichelin2016 ilumina Málaga

El mismo día y casi a a misma hora que se hacían las pruebas de iluminación de la decoración navideña en el centro de Málaga que cubre calle Larios con una bóveda estrellada, la guía roja regalaba tres estrellas más a la provincia que, de algún modo, viene a recompensar el esfuerzo de todos los que día a día se dedican a hacernos felices a quienes disfrutamos de la gastronomía y, por qué no, sirve de denuncia de la grave situación que vive La Cónsula y reivindica su gran labor formativa en la provincia.

[Estrellas sobre calle Larios]
[Estrellas sobre la alfombra roja]

El espectro gastronómico malagueño pasa de cinco estrellas en cuatro restaurantes y dos municipios a ocho estrellas en siete restaurantes y cuatro municipios. Fuengirola y Casares se suman a Marbella y a Málaga capital y ya son seis los restaurantes con una estrella Michelin más el biestrellado restaurante de Dani García. Estos son los tres nuevos

Sollo Fuengirola
Tuve ocasión de disfrutar del showcooking de Diego Gallegos hace unos meses en el marco del Citroën PlateSelector Food Tour y de hablar un poco con este chef nacido en Brasil, de familia peruana y malagueño de adopción, cocinero revelación en Madrid Fusión 2015 y me enganchó su trabajo con los pescados de río y su vinculación con los productos locales.


Messina
Marbella
Mauricio Giovanini, argentino de nacimiento, está al frente de este proyecto, un clásico y uno de esos candidatos siempre presente en las porras hasta que por fin la ha conseguido: desde anoche una estrella Michelin acompaña al sol Repsol que ya posee. Cocina creativa, de vanguardia y alta calidad. 

Kabuki Raw Casares
Casares es uno de los pueblos más bonitos de España, belleza que se complementa con un excelente restaurante del grupo Kabuki que ya cuenta con dos estrellas Michelin más, en sus dos locales madrileños: Kabuki y Kabuki Wellington. El buen hacer del jefe de cocina, Luis Olarra, ha conseguido que la guía roja le otorgue su primera estrella Michelin que se suma a los dos soles Repsol. Auténtico referente en la fusión de cocina mediterránea y japonesa en el cinco estrellas Finca Cortesin.
Enhorabuena a todos. Conseguir las estrellas no es sencillo... pero mantenerlas tampoco es nada fácil. 

lunes, 23 de noviembre de 2015

Gastroletras de Julian Barnes

En este blog, ya lo sabéis, se habla (se escribe) por igual de estrellas Michelin que de recuerdos de la infancia. Todo lo que tenga sabor o aroma a gastronomía tiene sitio en este espacio. Con esta entrada inauguro otra línea temática: las gastroletras. Bajo este neologismo pretendo compartir fragmentos literarios gastronómicos que, por algún motivo, me apetece que estén presentes aquí y, de ese modo, hacerlos un poco míos... y tuyos. Porque me hayan divertido, porque me hayan hecho pensar, porque literariamente me parecen interesantes, porque me identifique con el autor de esas líneas. Por uno u otro motivo serán invitados a Gastroasuntos Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán, Julio Cortázar, Ernest Hemingway o, quien inaugura esta sección, Julian Barnes.
El perfeccionista aborda una nueva receta, por sencilla que sea, con inquietudes antiguas: las palabras destellan ante él como señales de "¡alto!". ¿Esta receta está descrita de un modo tan impreciso porque hay un feliz margen --o, más bien, una libertad temible-- de interpretación, o porque el autor o la autora es incapaz de expresarse con mayor exactitud? Empieza con palabras simples: ¿cómo de grande es un "pedazo", qué volumen tiene un "dedo" o una gota", cuándo una "rociada" se convierte en lluvia? ¿Es una taza un término genérico rudimentario o una medida norteamericana concreta? ¿Por qué nos dice que añadamos un "vaso de vino" lleno de algo, cuando hay vasos de vino de muchos tamaños? O, por volver brevemente a la mermelada, ¿cómo se entiende esta instrucción de Richard Olney: "Añada tantas fresas como le quepan en las dos manos juntas"? ¡Vamos, anda! ¿Tendremos que escribir a los albaceas del difunto Richard Olney para preguntarles cómo de grandes tenía las manos? ¿Y si la mermelada la hicieran niños o gigantes de circo?
Veamos el problema de la cebolla. No entraré en el apasionante debate --un tema recurrente en los últimos tiempos en el correo del lector del Guardian-- sobre cómo pelar una cebolla sin lloriquear, aunque les advertiré que si intentan, como hice yo una vez, ponerse gafas de soldador, los cristales de plástico se empañarán enseguida y habrá mucha sangre en la tabla de picar. No, los problemas son los siguientes:
1) Para los escritores de recetas, solo existen cebollas de tres tamaños: "pequeñas", "medianas" y "grandes", mientras que las cebollas en la bolsa de la compra varían desde el tamaño de una chalota hasta la de una bola de petanca. De modo que una instrucción como "tome dos cebollas medianas" desencadena una búsqueda perfeccionista, en la cesta de las cebollas, de bulbos que se ajusten a dicha descripción (es evidente que, como "mediana" es un término comparativo, hay que compararla con todo el espectro de cebollas que posees).
2) Los verbos aplicables suelen ser "cortar en rodajas" o "picar", lo que yo, lógicamente, siempre entiendo que indica acciones distintas: "cortar en rodajas" significa cortar en capas una media cebolla para obtener un conjunto de semicírculos; "picar" entraña incisiones longitudinales previas desde la punta hasta la raíz del bulbo dividido en dos, con el fin de obtener un montículo de trozos más pequeños. A las rodajas se las puede calificar de "finas"; a "picar" se le puede agregar "fino" o "grueso". De aquí resultan cinco métodos entre los cuales decidir y entretener el cuchillo. Por supuesto, si le das la vuelta a la pregunta y te planteas sensatamente: ¿alguna vez has servido o te han servido un plato donde las cebollas, en tu opinión, podrían o deberían haberse cortado de otra manera? La respuesta es, naturalmente: nunca. Pero el perfeccionista no sacará la conclusión de que desmembrar cebollas es una actividad infalible, sino de que hasta ahora todo ha funcionado bien solo porque todo el mundo ha seguido con diligencia las instrucciones.
Todo esto explica por qué nunca hago caso de los tiempos de preparación estimados que algunas recetas incluyen como ayuda. Aunque se basan generosamente en un múltiplo de lo que tardaría un cocinero profesional, siempre son de un optimismo exagerado. A mi entender, los autores culinarios no se imaginan el tiempo que un diletante tarda en sostener una cucharada temblorosa mientras duda de la diferencia entre una cucharada "llena" o "colmada", o bien pondera la palabra "exceso" en una instrucción como "elimine el exceso de grasa". Hace poco estuve analizando la frase "deje las judías en remojo toda la noche o mientras trabaja", y me pregunté seriamente si no contenía una insinuación de que una de las mejores pudiera ser mejor: ¿estaría el autor dando a entender que la legumbre se hincha mejor durante la tranquilidad de la noche que expuesta a la luz y el ruido diurnos? 
[Julian Barnes, El perfeccionista en la cocina, Anagrama]
.... El perfeccionista en la cocina se publicó en 2003 bajo el título The Pedant in the Kitchen. Fijaos, "pedante" en vez de "perfeccionista". Interesante matiz, ¿verdad?

martes, 17 de noviembre de 2015

Vermú y tapas en la Bodega 1900 de Albert Adrià

La Bodega 1900 es uno de los espacios creado por Albert Adrià (junto a sus cuatro socios: su hermano Ferrán y los tres hermanos Iglesias) y que encontramos englobados en elBarri, ubicado en la calle Tamarit, en la zona del Paralel barcelonés. Con una cuidada decoración que recuerda a las antiguas vermuterías (mesas de mármol, techo baja con vigas de madera vistas) las paredes son un homenaje a lo que este grupo de genios fue capaz de hacer en elBulli.

La carta presenta toda su oferta clasificada en varias categorías: Para iniciar el vermuteo, Nuestras tostadas, Nuestros ahumados y salazones caseros, Conservas "La Cala", De pura raza, Los quesos, La huerta, La fritura, La plancha, Clásicos y El carbón. Altísima calidad y trato exquisito. Mirada al pasado con algunas sorpresas de vanguardia que no desentonan en absoluto dentro de la propuesta gastronómica del local.

Comenzamos el vermuteo con unas algas crujientes (con quinoa) que sorprendentemente recordaban a los chicharrones de cerdo y que nos recomendó nuestra camarera, Angie, una brasileña enamorada de Andalucía, y que nos asesoró en todo momento con acierto, y unas aceitunas que, como podréis comprobar en la foto más abajo, se presentaban a modo de esferificaciones, tal vez un homenaje al emblemático restaurante de La Cala de Montjoi donde todo eso de la cocina molecular empezó a tomar forma y fama.

[Iniciando el vermuteo]
[Algas crujientes]
[Las aceituna-S con jugo de piparra]

Fuera de carta se nos sugirieron unas almejas gallegas que completamos con unas sardinillas en aliño piacante.

[Almejas]
[Sardinillas en aliño picante]

De pura raza, naturalmente, jamón ibérico Joselito, y entre los quesos, el sabio consejo de nuestra Angie nos llevó a descubrir el queso de Flandes Brokkeloud, acompañados de un poco de pan amb tomaquet.

[Jamón, queso y pan amb tomaquet]
[El corte perfecto de un jamón único]

Y del carbón, pulpo a la brasa con patatas canarias: pulpo tierno con toque de carbón y patatitas picantes.

[Pulpo a la brasa con patatas canarias]

Rematamos con algo dulce: un helado de ricotta con higos con reducción de Pedro Ximénez.

[Helado de ricotta con higos con reducción de P.X.]
Un auténtico placer altamente recomendable; una alternativa a su vecino y primo hermano Tickets.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Gastroideas para Navidad (1)

Ya sea porque hemos tenido que cambiar la hora o porque hemos empezado a usar la ropa de abrigo; puede ser porque las grandes superficies lanzan sus ofertas en la sección de juguetes o invaden los pasillos de turrones. Sea por alguno de estos motivos o por cualquier otro, la realidad es que ya estamos con la mente puesta en las fiestas de Navidad lo que implica, necesariamente, pensar en qué vamos a comer. Yo me suelo preparar bien durante el año, guardando ideas, sugerencias y recetas en los blogs gastronómicos a los que soy asiduo para, llegado el momento, solo pararme en elegir y organizar el menú de Nochebuena. Y como este año tengo este blog en el que comparto gastroasuntos de todo pelaje, he decidido dedicar una entrada a las ideas que rondan por mi cabeza por si algunas de ellas os vienen bien.

Aperitivos y entrantes
Confieso que para mí es la esencia de la cena y lo más divertido. Reconozco que es mucho trabajo pero yo me lo paso en grande en la cocina con estas elaboraciones. Aconsejo que sean (casi) todos fríos para evitar estar en la cocina mientras los invitados están llegando. Por descortesía y por puro egoísmo: quiero disfrutar de mi familia. La forma de presentación también debería ser variada, para evitar la monotonía, la sensación de estar comiendo lo mismo o variaciones de lo mismo y para sorprender. Yo suelo combinar pinchos, chucharitas, tostas... Aquí van algunas ideas:

Chorizo, mango y tónica. Fue el primero de los entrantes del menú degustación que tuve ocasión de disfrutar en Arzak y es una delicia por lo sorprendente de la presentación y por lo intenso de la combinación de sabores. Podéis ver la receta aquí.



Milhoja de foei, queso de cabra, manzana verde y almendras: Este es uno de los clásicos de Dani García y su elaboración no es muy compleja: una capa de manzana y otra de queso para empezar y luego, tres capas de foei con manzana entre ellas. Se deja reposar en el frigorífico. Al final, caramelizado tradicional o a golpe de soplete y vinagreta. La receta detallada aquí o donde yo la descubrí, en su libro Las tapas de Dani García.


Pincho de queso manchego, tomate, anchoa y huevo: En Pinterest descubrí esta sencilla idea: pan rústico en la base, buen tomate restregado, anchoas, queso manchego y huevo cocido. Para rematar,  un toque de miel de caña, para que contraste con el sabor de la anchoa.


Salmón teriyaki con sésamo negro: Rescato esta receta de Lazy Blog. Es una receta que solo exige un salteado antes de emplatar así que con ella agotamos nuestros únicos 3 minutos en la cocina en Nochebuena. Los tacos de salmón se marinan durante 12 horas y se les da un golpe de calor justo antes de servir con un poco de sésamo negro espolvoreado. 


Brocheta de gamba crujiente con dip de mango: Tengo muchísimas ganas de probar esta receta y he decidido que Nochebuena es una gran ocasión así que le doy las gracias a María Lunarillos por compartirla. La idea es muy sencilla también: tras ensartar los langostinos en las brochetas, los pintamos con huevo batido y les enrollamos alrededor fideos de arroz. Luego, los freímos y los servimos en un vasito con un dip de mango (con aceite, vinagre, sal y pimienta). En mi caso, como voy a preparar el aperitivo de chorizo, mango y tónica de Arzak, buscaré otro dip diferente para evitar la sobredosis de la fruta tropical: ¿guacamole, chutney de tomate? 



Tartar de salchichón de Málaga. Como ya os conté hace unas semanas, probé este tartar en el Citröen PlateSelector Food Tour de la mano de Alejandra Catering y hace unos días lo preparé para una comida con amigos. Es sencillo y el resultado excelente. Os dejo la receta de Loleta y la foto de mi versión.


Para terminar esta primera entrada con gastroideas para Navidad, os dejo algunos enlaces con más ideas para abrir boca: 9 aperitivos y entrantes originales para Navidad (Facilísimo), Recetas de brochetas fáciles (Cocinillas), Aperitivos llamados a triunfar (Directo al paladar). ¿Qué gastroideas tenéis vosotros?

jueves, 5 de noviembre de 2015

Gastrocolaboración. Bilbao: tradiciones y sabores

Me propone José Ramón que escriba algo sobre la cultura gastronómica vasca. Por un lado, me da la impresión que es un tema que da para un blog, pero por otro, siento, al igual que cuando paseas por una céntrica calle (a ser posible peatonal) de cualquier ciudad, que todo se va pareciendo cada vez más, que esto de la globalización está afectando también al mundo gastronómico. Claro que las tradiciones van cambiando y no todas son, precisamente, “de toda la vida”.


En todo caso, se une “lo vasco” con “los pintxos”; hasta en franquicias, que supuestamente encierran “la esencia vasca”. Pero cuando todo un Paul Ibarra te dice que “la gilda” es un invento de los vecinos donostiarras (corroborado en Wikipedia), y que lo tradicional en Bilbao era, de verdad, “el grillo”, y cuando oyes que en la Villa se denominaban “banderillas” a lo que se picaba… A ver, ¿dónde se encuentran ya los grillos o los “huevos de txikitero”? Por cierto, nunca he contado  y enseñado por aquí (o sea, Bilbao) palillos a la hora de pagar, costumbre que me han solido “vender” en otros lares como “genuinamente vasca”. Claro que tampoco soy de comerme unos cuantos pintxos en el mismo bar, sino de ir cambiando de tasca.

También sucede con las barras de bar (donde te puedes o podías acodar), las cuadrillas de txikiteros --en franco retroceso, como recogen en Planeta Bilbao o hasta en Wikipedia; hasta yo mismo he escrito al respecto-- y las terrazas --en progresión geométrica en el Botxo, o sea, en Bilbao, al menos--. No ya que te sirvan un chiquito en ese vaso convertido en souvenir. Si hasta los txikiteros son especie en extinción; tanto, que se celebra su día --todavía no es internacional, pero todo es proponérselo--. Y parece que no pega tanto cantar bilbainadas sentados en una terraza como con el txikito en la mano...


¿Y qué decir de los sabores? Sin entrar a lanzar en este post gastrorrecuerdos, empieza a ser complicado encontrar, por ejemplo, un bacalao al pil-pil de fuste (o sea, fundamento, en léxico bilbaino). De un tiempo a esta parte, y en distintos restaurantes, me encuentro con que lo que preparan es un bacalao, que dejan a medio hacer (“confitado” me llegaron a decir en un local), y que lo acaban con la salsa en cuestión; no al pil-pil, ni siquiera con esa máquina que daba vuelta a la cazuela. Vamos, como la diferencia entre salsa “vizcaina” y “vizcaína” que estableció, al parecer, Miguel de Unamuno, y recogió en su “Ciudad de los ojos tristes” Félix García Modroño. Que mi tocayo Iñaki Fernández de Gamboa reivindica hasta los nombres históricos que, como txipirones, rabas o mojojones, parece que están en desuso.

Llegados al postre, me confiesa José Ramón que lo suyo es el “goxua” (goxo = dulce, sabroso, caramelo…) Pero para goxua y gozoa, si visita Bilbao, le recomiendo que no deje de probar, tanto si es goloso como si no, el pastel de arroz, el bollo de mantequilla o la carolina. (Veis la fuente de inspiración en Tomás Ondarra y Jon Uriarte).


Ah, ¿que no he escrito de los txokos? Cierto, pero se alarga el post. Se lo dejo al autor principal para cuando lo visite, en plenas Siete Calles. Lo mismo que contar algo de las felipadas...