miércoles, 5 de agosto de 2015

Declaración de amor por Donostia

Me parece justo y necesario comenzar esta nueva aventura bloguera con una declaración, pero no una declaración de intenciones (al modo tradicional en el primer post de cada nuevo blog), sino una de amor, una declaración de amor absoluto de un malagueño hacia San Sebastián.

¿Qué queda por decir de Donostia en materia culinaria? Probablemente nada. Capital gastronómica del mundo, una de las ciudades con mayor número de estrellas Michelin por metro cuadrado, parte esencial de la cultura de sus gentes, etc. Todo eso que no quiero repetir y que, por que lo hiciera no dejaría de ser verdad (todo sea dicho).

[La pizarra del bar Martínez]

Mis amigos lo saben bien: cuando no tengo planes fijos para viajar, cuando el calendario nos regala un puente o siempre que comenzamos a planificar las vacaciones, San Sebastián es una opción... es la opción, me atrevería a decir. Ir a San Sebastián es ir a disfrutar de los sabores, ni más ni menos. No es hacer turismo ni conocer una ciudad (preciosa, por otra parte). Ir a San Sebastián siempre está justificado para los amantes de la cocina.

Para mí, San Sebastián comienza con una gilda en en Ganbara y termina con un goxua en Oiartzun. Entre una y otro, la vista se alegra con las coloridas barras de pintxos, el paladar se asombra con el mejor jamón ibérico y las deliciosas setas, con el txangurro y el bacalao, con las verduras y el txacolí, con las gulas y el Idiazábal. De Gandarias, La cepa, Martínez a la revisión más de vanguardia de los pintxos de A fuego negro. Puro deleite.

[Pintxos en Gandarias]

San Sebastián está íntimamente ligado, además, a una imborrable noche en la casa Arzak llena de sabores, de sorpresas, de aprendizaje, de cercanía, de admiración. Pero esta es otra historia que bien merece una entrada propia. No tardaré en escribirla.

[Ovolácteo en Arzak]

Pero también ir a Donostia implica un punto de tristeza: el momento que tomas el último pintxo sabiendo que lo es, sabiendo que después toca ir al hotel, recoger las cosas y montarte en el avión de regreso a casa. Ese momento ha de ser sazonado con la certeza de un regreso no muy lejano. Pronto volveré, lo prometo, a pisar estos sagrados lugares en los que los cocineros se empeñan en hacernos felices.

2 comentarios:

  1. ¡Dios mío, qué ganas de ir!
    Me encanta tu nuevo blog. Espero con ilusión la prometida entrada sobre el restaurante de Arzak y otras entradas que, me imagino, deben rondarte por la cabeza...

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  2. San Sebastián es absolutamente imprescindible para cualquier persona que disfrute lo más mínimo con la comida. Cuando te decidas a ir, no dejes de informarme, que probablemente me apunte ;) Gracias por el entusiasmo por mi blog, me anima mucho. Y gracias por promocionarlo en las redes... como si fuera mío :P Un abrazo.

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